Alquimia… Pasión oculta de Newton

Aunque la historia lo reconoce como gran físico y matemático, no fue poco el tiempo que dedicó a la alquimia.

Con más de treinta años y cansado de las críticas de la sociedad científica acerca de sus estudios sobre matemática y óptica, redirecciona sus intereses hacia otra pasión:   monta un laboratorio de alquimia y una biblioteca, recursos indispensables para comprobar sus creencias.  Tenía 169 libros de alquimia (según Richard Westfall), que para la época podía considerarse una de las mejores bibliotecas de Europa.

Newton el Alquimista

Newton era un serio alquimista, que pasó la noche al amanecer durante tres décadas de su vida trabajando en un horno estigio en busca del poder para transmutar un elemento químico en otro.

Newton creía que, desde Bolos de Mendes (vivió hacia 200 aC),  quizá el primer alquimista, se habían descubierto recetas alquímicas, que podían ser recuperadas con ayuda de los mitos griegos.

 

En uno de sus textos aparece una receta para crear la piedra filosofal, objetivo fundamental de todos los alquimistas.  Sin embargo el uso de un lenguaje alegórico y hermético propio de los alquimistas, hace que estos escritos sean muy difíciles de comprender.

Entre sus muchas observaciones de laboratorio escribió:  “disolver verde león volátil en la sal central de Venus y destilar.  Este espíritu es el león verde Venus, el Dragón Babilónico que todo lo mata con su veneno, pero conquistado tras ser mitigado por las Tórtolas de diana, es el enlace de Mercurio”.

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El mismo hombre que desarrolló el cálculo infinitesimal y estudiaba las leyes de la mecánica se dedicó en cuerpo y alma a realizar experimentos alquímicos con sustancias misteriosas a las que dio nombres tan pintorescos como «el león verde», o bien con nombres de planetas, como Júpiter y Saturno.

El economista John Maynard Keynes, que adquirió buena parte de estos manuscritos en 1936, escribió al respecto:

«Newton no fue el iniciador de la edad de la razón. Fue el último de los magos, el último babilonio y sumerio, la última gran mente que miró al mundo de lo visible y del intelecto con idénticos ojos que aquellos que iniciaron la edificación de nuestra herencia intelectual hace 10.000 años»

¿Por qué le llamo mago? Porque miró al universo y todo lo que hay en él como si fuera un enigma, un secreto que puede ser leído aplicando el pensamiento puro a ciertas evidencias, ciertas claves místicas sobre el mundo que Dios ha dejado a la vista para la caza del tesoro de cierto tipo de filósofos de la hermandad esotérica.  Él creía que esas claves podían hallarse, en parte, en las evidencias de los cielos y en la constitución de los elementos (eso favoreció que se tuviera la falsa impresión de que era un filósofo natural experimental).

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Pero, los genios aciertan y se equivocan:  Newton averiguó que el calor es consecuencia del movimiento de diminutas partículas, de las que aseguraba, constituían la materia.  No obstante, pensando que tenía tuberculosis, bebe una mezcla de trementina, agua de rosas, cera de abejas y aceite de oliva, pues pensaba que esta “cura” servía hasta para pechos irritados y mordeduras de perros rabiosos.

El análisis de cabello de Newton, indicó que sufría envenenamiento por mercurio, cuyos vapores habría inhalado en sus experiencias de laboratorio.

 

Para finalizar, un pregunta  ¿Estaríamos aplicando hoy la física newtoniana, sin el Newton que fue alquimista por 30 años?

 

 

 

 

 

 

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